Los controles realizados por profesionales mínimos son: el peso, medir y tomar nota del crecimiento mensual del chico, conocer su percentil de crecimiento, tomar la tensión en las arterias y una revisación clínica exhaustiva para chequear cualquier inconveniente antes de que sea tarde.
A su vez, es importante lograr un buen entendimiento con el médico. Tener al mismo pediatra desde el comienzo es satisfactorio para que la misma persona sea la que observe el crecimiento y el desarrollo de tu hijo. También es indispensable que el trato sea cordial para que como mamá te saques todas las dudas que surjan, los mismos médicos recomiendan preguntar sin vergüenza para que la infancia avance con total normalidad.
Si el desarrollo del recién nacido es normal y no sufre alteraciones, el control será una vez por mes hasta que el bebé cumpla seis meses. En el caso de que se requieran más exámenes médicos, se harán a medida de que el médico lo disponga.
Luego, entre los seis y 12 meses, el control pasará a ser cada 60 días; entre el primer y segundo año, el chequeo será a los 90; mientras que pasados los tres años, se debe realizar un control anual.
Tener la información de la vida clínica de tu hijo es primordial, para eso existe la libreta sanitaria que se irá completando desde el embarazo con el peso, la talla, las vacunas recibidas y demás datos acerca de su salud.